“El deporte es efímero, un día puedes estar en lo más alto y al otro puedes caer. Nunca te hagas y dejes que te hagan campeón antes de una competencia. Solo debes hacer tu trabajo, que eso es lo que va a dictaminar a dónde vas a llegar”. Este es el consejo de María Isabel Urrutia que el pesista Santiago Rodallegas sigue al pie de la letra, con compromiso, disciplina y sin ningún tipo de atajos, para así mantener siempre, los pies sobre la tierra.
Urrutia conoció a Rodallegas con tan solo siete años, cuando apenas era un niño que apenas empezaba su camino en el levantamiento de pesas, en Villavicencio. Su técnica era tosca, sus pensamientos divagaban entre el deporte, los quehaceres de la casa y las necesidades de un niño de esa edad. Desde entonces le vio potencial, sabía que con algunos ajustes ese pequeño flaco, de risa fácil, de cabellera corta y alborotada, podía llegar muy lejos.
Fue algo que terminó de confirmar años más tarde, en los Juegos Nacionales de Ibagué y Quibdó, en 2015. Ya ese niño no era tan niño y su mente no divagaba con tanta facilidad, pero aún así la técnica aún era tosca. Por esos años, Rodallegas se desesperaba mucho cuando las cosas no le salían según lo planeado y, en muchas ocasiones, se quedaba en blanco. No ganó en esas justas, tal vez en el momento la desilusión fue grande porque se cerraron muchas puertas, pero como bien dicen: “la derrota te puede llevar a lugares impensados, a los que no llegarías si hubieses triunfado”.
Eso le pasó a Santiago Rodallegas, quien encontró en María Isabel Urrutia una mentora, una guía y en Bogotá una ciudad que lo arropó. El trabajo con la medallista de oro en Sídney fue arduo, complejo, extenuante y, a la vez, satisfactorio. Ella lo hizo ir más allá, lo transformó de una joven promesa a una realidad, lo fortaleció física como mentalmente, lo hizo creer en él. ??En esos momentos, él estaba en la categoría de los 77 kilogramos y el mejor atleta nacional era Jeison López. Le dije que tenía todo para ganarle, no me creyó. Pero insistí, trabajamos en su técnica y en el Campeonato Nacional de 2016, en Palmira lo venció??, recuerda Urrutia.
La entrenadora de la selección de Bogotá de pesas le mejoró los aspectos técnicos a Rodallegas, quien empezó a explotar todas esas cualidades. Aunque muchos creyeron que había sido cuestión de suerte esa victoria contra López, el trabajo que había detrás fue el que terminó inclinando la balanza a favor del nacido en Villavicencio. La clave siempre estuvo en la sinergia que existió desde un principio entre entrenadora y atleta. “Siempre creyó en lo que decíamos, lo absorbió bien y respetó nuestro método de enseñanza, de trabajo”, dice Urrutia.
Así lo terminó de esculpir y creó de él un levantador de pesas extraordinario, con la capacidad de seguir absorbiendo conocimiento para mejorar y superarse en cada salida a tarima. Ahora es una persona tranquila, tanto que a veces hace respirar con velocidad a María Isabel Urrutia. Pero es todo este conjunto de cualidades el que lo ha llevado a tocar el cielo con las manos, a dejar el nombre del país en lo más alto, como lo hizo en el Campeonato Mundial de Pattaya; en los Juegos Panamericanos de Lima y, recientemente, en el Panamericano de Pesas.
Todos esos logros traen consigo beneficios para que su camino no esté tan lleno de obstáculos: desde 2017 hace parte del programa de Atleta Excelencia, del Ministerio del Deporte, categoría altius, en la que además de lo económico se le apoya con aspectos técnicos, psicosociales y de ciencias del deporte.
Urrutia lo acompaña paso a paso en ese camino que está transitando, lo observa con detenimiento y, en el momento en el que le ve alguna falla, le hace caer en cuenta, lo corrige y Rodallegas de inmediato hace el ajuste. Su comunicación desde Tokio es diaria, porque es gracias a ese trabajo mancomunado que han logrado grandes gestas y la más grande de todas puede estar a la vuelta de la esquina: los Juegos Olímpicos, los primeros para este joven nacido en Villavicencio, son el gran objetivo del año y que mejor que tener como maestra y mentora que a una medallista olímpica como María Isabel Urrutia.