Bogotá ha tenido una creciente demanda en lo que respecta a la compra de bicicleta en los últimos 6 años. El uso de esta como único medio de transporte para muchos no ha sido la opción sino la única solución a la que han tenido que recurrir ante el aumento desproporcionado de la tarifa de transporte público. La mayoría de los bici-usuarios son personas que devengan un salario mínimo ($877.803).
Esto quiere decir que los capitalinos cambiaron un medio de transporte como el Transmilenio por la bicicleta porque debían ahorrase los $120.000 que en promedio gasta una persona al mes, (suponiendo que solo deben pagar un pasaje de ida y otro de venida) esto representa el 13% del salario mínimo legal vigente.
Pero en casos más extremos como aquellos ciudadanos que viven en la periferia, en los barrios más olvidados por el Distrito Capital, se pagan dos pasajes más, esto implica $240.000 (26%).
Otro factor que ayudó al incremento de la demanda fue el esfuerzo de la administración Peñalosa por hacer de Bogotá una ciudad interconectada por ciclorrutas. Al permitir que sur y norte se unieran con kilómetros de bici-carriles trabajadores, estudiantes, deportistas y aventureros cambiaron los inseguros, apretados y contaminados vagones de Transmilenio por 2 horas o 30 minutos de recorrido, que es lo que en promedio dura una persona en bicicleta para llegar a su destino diario.
Así como creció la demanda en el uso de la bici, también aumento la inseguridad en el indicador de hurto de bicicletas en un 84% para 2020, en donde se robaron 10,753 bicicletas, con respecto al año 2015 en donde el total de bicicletas robadas al año fue de 1774.
Bogotá es el lugar más inseguro para bici-usuarios hoy en día, y el Distrito no ha querido atender la problemática de fondo, pues solo se ha dedicado a expandir la red de ciclo carriles en la ciudad, pero no ha realizado planes de mejora para ofrecer seguridad a los ciudadanos que tienen la bici como único medio de transporte.
Ante este panorama el Concejal Marco Acosta dijo “Hay dos riesgos, el primero radica en la falta de planeación del Distrito en planes de contingencia que ofrezcan seguridad a los ciclistas, hay un miedo generalizado en Bogotá producto de un problema al que la Administración no le ha puesto realmente la atención. Segundo; seguimos careciendo de infraestructura que conecte a la ciudad con la periferia y ciudades aledañas, el llamado es a que el Distrito realice un plan de choque que asegure realmente una movilidad sostenible”.
Y es que al ver la gráfica es evidente que la Alcaldía de Bogotá tenía el insumo predictivo para saber que el indicador de hurto a bicicletas aumentaría. No han sido suficientes las estrategias que a la fecha el Distrito ha implementado, se debía ya haber logrado una contingencia a esa amenaza. ¿Por qué no fueron capaces de centrar esfuerzos primero en hacer de Bogotá una ciudad segura para ciclistas?