Crecen los esfuerzos internacionales para la conservación de los murciélagos

Desde 2007 se creó la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos, que trabaja con la investigación, la educación y la conservación como pilares “Los murciélagos nos llevan a las mejores oportunidades para proteger la naturaleza en cualquier parte del mundo”, así lo manifiesta Mike Daulton, director ejecutivo de Bat Conservation International (BCI), una organización que durante 40 años ha trabajado para evitar la extinción de los murciélagos mediante la protección de sus hábitats y que ahora, gracias a un nuevo flujo de trabajo móvil de alta precisión basado en el Sistema de Información Geográfica (SIG), puede ubicar y salvaguardar minas aptas para murciélagos con más precisión que nunca.

¿Por qué se adelanta esta labor? Porque aunque históricamente esta especie ha tenido en las cuevas su hogar, con el paso de los años los expertos han notado algunas migraciones a otros espacios y ambientes subterráneos como las minas abandonadas.

Sin embargo, según los expertos en este tema, no todas las minas antiguas son excelentes hogares para los murciélagos, puesto que ellos requieren de una combinación particularmente ideal de humedad, temperatura, falta de depredadores y otros factores, por lo que solo una subselección selecta de minas abandonadas permite que los murciélagos prosperen.

Existen más de 1.400 especies de murciélagos en todo el mundo y aunque son fundamentales para los ecosistemas en los que viven, los murciélagos se encuentran entre los animales salvajes más vulnerables.

Por ejemplo, en gran parte de los Estados Unidos, los murciélagos son esenciales para controlar las poblaciones de insectos, su principal presa, e incluso consumen plagas de cultivos en grandes cantidades, lo que reduce la necesidad del uso de pesticidas a gran escala.

Así mismo, en muchas otras partes del mundo, son importantes polinizadores y dispersores de semillas de numerosas frutas, cactus y otras plantas, las cuales desaparecerían sin las especies de murciélagos de las que dependen.

Por eso, el personal de BCI (unos 30 empleados) trabaja en la preservación de 35 especies de murciélagos en peligro crítico, tres de los cuales se encuentran en los Estados Unidos.

De igual manera, y como parte de un proyecto en curso que comenzó hace más de 10 años, esta organización ha estado trabajando con la Oficina de Administración de Tierras (BLM) para inspeccionar miles de minas abandonadas en el oeste de EE. UU., con el objetivo de determinar cuáles ofrecen el mejor hábitat para los murciélagos.

¿Qué pasa en este lado del continente?
De acuerdo con el profesor y curador de mamíferos Santiago Fernando Burneo Núñez, a nivel de América Latina, desde 2007 se ha creado la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos.

Esta red –según explica– inició con cinco países y actualmente se ha expandido a 23 de Norte, Centro y Sur América, así como el Caribe. Para pertenecer a la red, los miembros tienen que tener un Programa para la Conservación de los Murciélagos instaurado y funcionando.

Y agrega que tanto para la red, como para los programas nacionales, existen tres pilares fundamentales de trabajo dirigidos a evitar la extinción de uno de los grupos más diversos y abundantes de mamíferos.
Son ellos la investigación, que incluye proyectos generales (como inventarios y monitoreos), al igual que otros avanzados en ecología, biogeografía, evolución, sistemática e historia natural de murciélagos; la educación, que contiene campañas educativas de todo tipo, pero principalmente dirigidas a niños y jóvenes, y a comunidades rurales.

Y por último la conservación, donde se desarrollan diversas actividades, pero la más importante es la declaración de Áreas y Sitios de Importancia para la Conservación de los Murciélagos (AICOMs y SICOMs, respectivamente).

Con respecto a cuáles son los hábitats más comunes para estas especies y qué les ofrece Ecuador en ese sentido, Burneo Núñez señala que los murciélagos habitan todo el país, desde el nivel del mar hasta las zonas más altas con vegetación en las montañas. Sin embargo, añade que hay ciertas regiones donde residen mayor cantidad de especies, como la planicie amazónica, los bosques del Chocó Ecuatoriano y las estribaciones andinas.

“En cada región habita una comunidad particular de especies que está adaptada a los bosques y recursos naturales que ofrece. Debido a la gran riqueza de especies, muchas veces se usan clasificaciones tróficas para entenderlos y, por supuesto, cada gremio trófico tiene sus características y, además, ofrece servicios ambientales particulares:”, precisa el docente.

Entre esas clasificaciones están los insectívoros, que son importantes porque ejercen un control biológico natural sobre insectos, algunos de los cuáles pueden ser plagas agrícolas o ventores de enfermedades a humanos y animales.

Los frugívoros, que se alimentan de varios tipos de frutas y bayas, lo que los hace muy buenos dispersores de semillas, rehabilitando zonas deforestadas; los nectarívoros, que al alimentarse del néctar de muchas especies de flores apoyan el proceso de polinización, de forma similar a lo que hacen las abejas y los colibríes, pero con especies que se abren por la noche, muchas de ellas de importancia económica para el ser humano, y los carnívoros, variedades de murciélagos que se nutren de mamíferos pequeños o aves, apoyando al control natural de poblaciones.

La tecnología como aliada
En relación con la tecnología que se está utilizando en estos esfuerzos por la conservación se estas especies, Santiago Fernando Burneo dice que especialmente para la investigación, además de tecnologías sencillas como redes de mano y redes de niebla para la captura pasiva de especímenes y su posterior estudio, se usan otras como detectores activos y pasivos de llamadas de ecolocación (grabadoras de ultrasonido) y trampas cámara para capturar fotografía y video de forma remota, y que en algunas partes se usa información satelital para reconocer poblaciones y detectores infrarrojos (night visión) o sensores de calor para el estudio de ecofisiología en cuevas.

Así mismo resalta entre esas herramientas a los SIG, desarrolladas por compañías como Esri, pues indica que –sin importar qué tipo de estudio o captura se haga– es clave mantener información correcta sobre la ubicación geográfica del dato.

Y anota que en los museos de historia natural, las colecciones de murciélagos y otros animales, deben estar correctamente georreferenciadas, de manera que se pueda inferir la distribución geográfica de cada especie en el mundo. Con esta información se generan fichas por especie, cuya información geográfica permite tomar decisiones de conservación como la creación y manejo de áreas protegidas.

“Un ejemplo de esa distribución es el noveno volumen del libro HandBook of the Mammals of the World, dedicado a los murciélagos. Tuve el honor de ser parte del grupo de editores de la familia Phyllostomidae y mi trabajo fue recolectar información de localidades de colección y observación de todas las especies de esa familia para generar los mapas de distribución que acompañan a cada ficha”, puntualiza el profesor Burneo, quien frente a la utilidad de los SIG en estas labores manifiesta que –especialmente en investigación– existen muchos tipos de análisis espaciales que se pueden realizar para conocer un poco más de las especies y sugerir estrategias de conservación.

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