En el páramo de Guacheneque, en el municipio de Villapinzón, nacimiento del río Bogotá, autoridades de la región junto con comunidades indígenas asentadas en Cundinamarca, rindieron un homenaje al afluente como parte de las actividades que se desarrollan durante esta semana previa al 12 de mayo, fecha en la que se conmemora el Día del Río Bogotá.
Durante la jornada, liderada por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), el director de la entidad, Alfred Ballesteros, destacó que dentro de su Plan de Acción, la Corporación tiene previsto continuar con la recuperación ecosistémica del afluente a partir de la rehabilitación de áreas de importancia ambiental en toda la cuenca.
“Asumimos compromisos para trabajar de manera articulada los siguientes cuatro años por la descontaminación del río Bogotá, por la recuperación de los ecosistemas estratégicos que se encuentran ubicados en la cuenca y por la seguridad hídrica de los habitantes de esta, que es una de las cuencas más importantes del país”, explicó Alfred Ballesteros.
La actividad consistió en un acto de perdón y agradecimiento al río, coordinado por las comunidades Muisca y Kichwa de Sesquilé. Además del director de la CAR, también participó el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey; la magistrada del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Nelly Yolanda Villamizar; los alcaldes de Villapinzón, Cajicá, Guatavita y Sesquilé; grupos ambientalistas, veedores ciudadanos, la Procuraduría General y la Contraloría General.
El ritual hace parte de la caravana Tejido de Aguas, que se desarrolla por toda la cuenca del río Bogotá, y que inició el pasado martes en la capital del país, donde veedurías ciudadanas y grupos ambientalistas participaron en un recorrido por el parque Metropolitano de la PTAR El Salitre, desde donde reconocieron la importancia de esta megaobra para la descontaminación del afluente.
La caravana continúa en Chía, luego llegará a Funza, Soacha, Apulo y finaliza el próximo viernes en Girardot. Durante el recorrido los municipios comparten entre sí una tinaja con agua, como símbolo de trascendencia y de vida en el afluente.