Vicepresidente y Canciller reafirmó el compromiso de proteger la democracia y defendió el trabajo de la OEA, durante el Consejo Permanente Extraordinario del organismo internacional

La Ministra de Relaciones Exteriores, Marta Lucía Ramírez, destacó durante el Consejo Permanente Extraordinario de la OEA, que desde sus orígenes la organización promovió y basó su existencia en los valores democráticos y en la democracia representativa, como uno de sus pilares esenciales y como la mejor opción para garantizar la paz, la seguridad y el desarrollo del hemisferio.

“Es innegable que la democracia sigue siendo el sistema político más adecuado pues aporta elementos esenciales como la transparencia, el acceso a la información y la libertad de prensa, y permite que los ciudadanos tengan voz y voto, al brindar un espacio para contribuir a los procesos de toma de decisiones”, manifestó la jefe diplomática.

En 20 años se invocó la Carta en al menos nueve oportunidades. En siete de esos casos, la función preventiva fue eficaz para evitar el escalamiento de crisis político-institucionales que podrían haber puesto en riesgo el proceso democrático o el legítimo ejercicio del poder y derivar en rupturas del orden democrático.

“Estamos afrontando tiempos de incertidumbre en muchas áreas del devenir en nuestras sociedades. El desarrollo sostenible de nuestra región se ha visto tremendamente afectado, no solamente por la pandemia sino por el cambio climático, los desastres naturales, el incremento en la pobreza extrema y los retrasos en aspectos sociales como la educación, la salud y la vivienda. Y para buscar soluciones a estos problemas debemos contar con instituciones fuertes, sólidas y democráticamente legítimas. Para Colombia resulta preocupante que justo ahora, cuando más necesitamos de la solidaridad, colaboración y cooperación hemisférica para enfrentar los retos del presente y futuro, se levanten voces en contra de la OEA que pretenden borrar de un plumazo sus principios y objetivos primordiales y trasladarlos a otros escenarios, o lo que es peor, crear nuevos escenarios para poner en marcha lo que ya tenemos”, alertó la alta funcionaria.

Y dijo que no podemos confundir regímenes autoritarios o populistas con regímenes democráticos, por el simple hecho de que en el caso de los primeros se realizan elecciones. La Carta también destaca los otros elementos constitutivos de la democracia como el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales, en especial la libertad de prensa, el ejercicio del poder sobre la base del Estado de Derecho y la voluntad popular, la transparencia y la separación de poderes, entre otros, que deben confluir para que exista una verdadera democracia.

“Ello implica, claramente, que no se trata solamente de que determinada persona sea elegida democráticamente, sino que además debe gobernar democráticamente. Mi país está convencido de que no se puede renunciar a la democracia ni dar señales en esa dirección. En Colombia hemos sido, somos y seremos defensores a ultranza de la democracia”, aseguró la Vicepresidente y Canciller.

Y señaló que si abandonamos la defensa del compromiso colectivo, inherente a la fundación de la Organización de los Estados Americanos, se abren paso los sistemas dictatoriales en el hemisferio con las consecuencias a la vista: “destrucción completa del aparato productivo, deterioro de las variables económicas y erosión del ejercicio de la soberanía plena por parte del pueblo. Hemos visto que esto ha sucedido o ha estado a punto de suceder en algunos países del hemisferio. Nuestro deber es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar que vuelva a ocurrir”.

El encuentro contó con la participación del embajador Harold Forsyth, Presidente del Consejo Permanente de la OEA; los cancilleres y representantes Permanentes de los países miembros, el secretario General de la OEA, Luis Almagro y su homólogo Adjunto, Néstor Méndez.

La Carta Democrática Interamericana tuvo como precedente para su elaboración un mandato de la III Cumbre de las Américas, celebrada en Quebec, Canadá, en 2001. La OEA demostró su capacidad de respuesta frente a situaciones de tensión o crisis político-institucional cuando los Estados Miembros solicitaron su apoyo.

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