Nos maravillamos cuando en medio del desierto aparece una rosa. Cómo no sorprendernos cuando descubrimos que las rosas que florecen y retoñan en medio de La Guajira tienen la forma de la comunidad de Meridayli con sus centros
educativos.
El complejo, que más se asemeja a un jardín, florece en zona rural de Riohacha. Allí Más de 1.000 Niños de la comunidad Wayúu reciben formación del SENA.
Ellos deben caminar más 15 kilómetros para llegar a este jardín que les permite, al mismo tiempo que aprenden a leer y escribir, adquirir conocimientos en procesos de formación en energía solar fotovoltaica, manejo de suelos agrícolas, gestión en producción de bioabonos, riego y drenaje y multiplicación de plántulas.
En medio de terrenos polvorientos aparecen paneles solares fotovoltaicos que convierten la luz solar en la energía suficiente para facilitar la vida de la comunidad.
Pequeños molinos de viento ayudan a hacer realidad parte de la magia que permite potabilizar el agua que se consume.
El sabedor de la comunidad (docente orientador) Daril Redondo le cuenta orgulloso al director del SENA, Jorge Eduardo Londoño Ulloa durante su visita al lugar- que esta área plana y recién arada cuenta con riego artificial y que en ella “se cultivan con grandes resultados productos como
fríjol, ahuyama, maíz y patilla, con los que alimentan a los estudiantes y a los habitantes de la comunidad”.
El agua es sacada del fondo de la tierra y se utilizan abonos orgánicos, incluso algas extraídas del mar, para convertir, durante gran parte del año, estos terrenos áridos en fértiles tierras.
La satisfacción es más grande cuando se sabe que en este jardín muchas de las rosas que florecen son cuidadas por instructores, algunos egresados del SENA y de la misma región.