“El agua y el aceite sí se pueden juntar” Sindicato socio de palmicultora Gremca pide apoyo al gobierno para afrontar Pudrición del cogollo y conservar modelo.

Rompiendo los mitos de lo imposible, en los municipios de El Copey y Algarrobo, en Cesar, hace treinta años, un grupo de propietarios y trabajadores, aparentemente incompatibles para llegar a acuerdos, no solo tuvieron la capacidad de ser socios y sacar adelante una plantación de palma de aceite, bañada por las aguas del río Ariguaní; sino que hoy son el vivo ejemplo de que un sindicato y una compañía sí se pueden entender cuando se trata de salvar una empresa, el empleo de la región y el sustento de numerosas familias.

Se trata de una unión sin antecedentes en Colombia y en la que muchos no creyeron, ya que los patronos y trabajadores siempre se han considerado opuestos. Pero una historia muy distinta fue la que escribieron el sindicato Sintraproaceites y la empresa palmicultora Gremca, Agricultura y Energía Sostenible S.A., cuando hicieron a un lado la eterna confrontación entre partes, y en contraste, se dieron a la tarea de trabajar, hombro a hombro, para sacar adelante una sociedad que cambiaría sus vidas.

Es un modelo empresarial diferente, único en el país, en el cual los trabajadores afiliados a una organización sindical son socios en 20% de la compañía, lo que representa un esquema gana-gana de cómo las empresas en lugar de quebrarse por un sindicato, son salvadas por él y también de cómo “el agua y el aceite” pueden mezclarse hasta llegar a una fórmula donde trabadores-socios e inversionistas se sientan a la mesa, con carácter de propietarios y dolientes de un mismo negocio.

Lo difícil de contar, llegado a este punto, es que este modelo ganador hoy está en riesgo y podría desaparecer como lo han hecho varias plantaciones de palma de aceite en Colombia que han sido afectadas por la Pudrición del cogollo (PC), dado que desde 2022 hasta nuestros días, la enfermedad ha tomado fuerza en los cultivos de Gremca.

“Como trabajador y como empresario, hoy estamos viviendo un momento distinto en el cual encaja este modelo de clases sociales que antes no eran favorecidas y que son de la entraña de la organización sindical, porque aunque tenemos una condición diferente a la de otros sindicatos, no hemos dejado de ser sindicalistas ni activistas”, manifestó Ramón Durán Castellar, presidente de Sintraproaceites, seccional El Copey, quien lleva 30 años en Gremca, donde comenzó como cosechero, trabajador en la planta como operador, representante de los socios trabajadores con el 20% y miembro de la Junta Directiva como fiscal.

El dirigente expuso que su organización le presentó el modelo al viceministro de Relaciones Laborales e Inspección, Edwin Palma Egea, a quien se refiere como un amigo de la organización sindical.  “Queremos que nos escuchen, y contar con el apoyo decidido del Gobierno, que nos mire desde una condición particular, porque fuimos capaces de desprendernos de ciertos beneficios, que los conseguimos a través de la lucha sindical, para salvar a la empresa. Hoy pedimos ayuda para afrontar la enfermedad de la PC, no pedimos que nos regalen nada pero sí respaldo con créditos que permitan hacer la renovación”, puntualizó.

Sobre la situación, expresó: “Nuestro espíritu de lucha no ha cambiado, pero sí nuestra mentalidad, y ahora que tenemos un gobierno amigo del componente social, Sintraproaceites pide ayuda para afrontar la dura realidad de la PC en las plantaciones en las cuales trabajamos, para seguir llevando alimento y bienestar a nuestros hogares y que nuestro modelo siga adelante, cosechando éxitos”.

Y es que este camino conjunto que han emprendido los socios trabajadores y los empresarios, se ha nutrido de confianza, voluntad, respeto, diálogo y concertación, para lograr una construcción colectiva de desarrollo, progreso, mejoramiento de calidad de vida de familias y comunidades, apoyándose en trabajo arduo, interés general, sentido de pertenencia, compromiso y buenos resultados empresariales.

De igual modo, Darwin José Pallares Chamorro, supervisor de seguridad física, con 20 años de trabajo en Gremca, secretario general de Sintraproaceites y representante de los socios trabajadores del 20% ante la Junta Directiva de la empresa, explicó que “el modelo societario se logró gracias a la visión estratégica y al liderazgo de nuestros dirigentes, a pesar del olvido y falta de compromiso en que nos han tenido gobiernos anteriores.  Necesitamos que el Gobierno actual, del cambio, reivindique que en Colombia hay un sindicato que sin perder su esencia de lucha, en compañía de palmicultores empresarios que creyeron en sindicalistas, crearon, salvaron y han sostenido una empresa, acabando con el paradigma de que los sindicatos cierran empresas y las empresas terminan sindicatos”.

“Hacemos un llamado al Gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego para que nos escuche, y que los beneficios de este modelo lleguen a los menos favorecidos, aporten a la reconciliación y la paz total que es una de las principales banderas de su administración. Tenemos un modelo ganador que este Gobierno es capaz de entender y ayudar a promoverlo porque sería beneficioso para cualquier empresa”, aseguró el directivo sindical.

A su turno, José Gregorio Vásquez Plaza, con 20 años en la empresa, tesorero en la Junta Directiva de Sintraproaceites y también representante de los socios trabajadores, dijo que “el gobierno tiene mucho por hacer y juega un rol muy importante en el apoyo a este modelo y al sector palmicultor, revisándolo y viendo la posibilidad de promoverlo y replicarlo. Ahora tenemos la dificultad de la Pudrición del cogollo, pero no nos hemos quedado quietos, esperamos una mano que nos ayude en estos momentos difíciles, y que el gobierno nos preste más atención como socios trabajadores, porque la empresa es generadora de empleo, sustento y bienestar para nuestras familias y comunidades”.

Finalmente sobre este punto Durán castellar apuntó: “nosotros conocemos la economía y las finanzas de la empresa, nos repartimos las utilidades, una práctica con la cual sueñan todos los sindicatos de Colombia y del mundo y por lo que han luchado históricamente. Nosotros en este llamado que le hacemos al presidente Petro, lo invitamos para que conozca este modelo, que lo tenemos desde hace treinta años, y sus beneficios. Pienso que de replicarse éste en otras empresas y sectores productivos, se reducirían los conflictos y se generaría mayor sostenibilidad en las compañías, de lo cual podemos hablar como trabajadores, sindicalistas y socios”.

¿Cómo se originó el modelo societario?

Una fuerte crisis de la empresa, originada por varios factores, entre ellas la apertura económica del gobierno del presidente Cesar Gaviria Trujillo fue uno de los detonantes entre los años 1983-1988. Cuando los representantes de la empresa dijeron: “Paremos”, se sintió el remezón para los trabajadores, la angustia y el desespero. Entonces los empresarios les propusieron a los trabajadores que fueran socios, ante lo cual muchos de ellos no creyeron en esta alianza porque les parecía absurdo que un capitalista arriesgara su plata, pero por fortuna en muchos también hubo confianza y logró materializarse la sociedad.

Con la decisión de la sociedad, en 1993, se mejoró la capacidad de producción y se aumentó la competencia para resistir las caídas del precio del aceite y la sobreoferta de sustitutos de oleaginosas del mundo. Esta alianza también representaba la única salida para que los palmicultores pudieran pedir préstamos y los trabajadores aportaran sus prestaciones sociales y así sacar la empresa a buen puerto.

Según recuerda Ramón Durán Castellar, la situación era muy precaria para los trabajadores, “los patrones nos transportaban en camiones de estaca para llegar al cultivo, de esos en los que se movilizaba el ganado y precisamente un compañero al momento de subirse a uno de esos camiones, se resbaló y la caída accidental lo condujo a la muerte. Fue justo en su velorio, donde la gente empezó a hablar de organizar un sindicato de base”.

En la época, tuvieron que hacer la reunión de constitución en forma clandestina. El primer movimiento se llamó Sintrapalmacosta y no tuvo mayor fuerza, ya con Sintraproaceites, en 1989, se negoció la primera Convención y se logró que contrataron a 190 trabajadores en forma directa por parte de la empresa, es decir pasaron de ser contratistas a directos, mejorando las condiciones laborales de ese momento, por ejemplo transportando a la gente en buses.

Antes de que se implementara el modelo, la situación de orden público era difícil, asesinatos, robos y delincuencia. Hubo un paro de 30 días en los años 80 en la empresa y hubo hasta miembros del sindicato asesinados, lo cual acentuó la crisis.

El sindicato en esa época retrasaba labores, tanto en El Copey como Algarrobo, no hacía las labores adecuadamente, ejecutaban paros que eran muy costosos para la empresa, las mujeres de los trabajadores se paraban al frente del ingreso al trabajo con sus familias y el sindicato tenía poder, se tomaban la troncal y prácticamente paralizaban el país.  Luego de treinta días de paro, la empresa pagaba con aceite, ya no había dinero.

La crisis fue tan aguda, que Darwin José Pallares Chamorro, recuerda que la única opción era asociarse. “El presidente del sindicato de esa época dijo: Yo no quiero ser recordado como un presidente de sindicato que acabó una empresa sino como uno que la salvó y también a una región”.

Principales beneficios para los socios trabajadores

El sindicato todavía tiene un colegio en esta zona del Cesar y eso le daba reconocimiento con la gente cuando todo era incipiente, luego de la sociedad, la empresa Gremca tomó por su cuenta el tema educativo en la región y empezó a responder por la educación de los hijos de los trabajadores.

Al ser socios pero al mismo tiempo trabajadores, dentro de los beneficios para ellos, se destaca el auxilio educativo para los hijos, desde 0 grado hasta llegar a la universidad, costo éste que la empresa cubre al 100%.

“Nosotros ahorramos 7.5% de nuestro salario y la empresa nos da el mismo porcentaje anualmente, como se contempla en la Convención. El 15 de diciembre la empresa le devuelve el ahorro al trabajador y le da la misma cantidad, con lo cual puede programarse para sus pagos y le genera estabilidad”, explicó Pallares Chamorro.

Se llegaron a tener más de 350 trabajadores directos. Se hacían campeonatos de futbol y se fue cambiando la imagen del sindicato que quería acabar con la empresa, también se contaba con cinco dotaciones al año. Se invirtieron recursos en solidaridad hasta llegar a la constitución de la Fundación.

“La historia demostró que sí era un modelo creíble y todos sentimos un cambio de estatus frente a otros trabajadores en la región, lo cual nos motivó un alto sentido de pertenencia y mucho cuidado por todo, levantábamos la mano si algún compañero estaba trabajando mal y nos dolía que se perdiera la fruta, valorábamos que no era nada común que los afiliados a un sindicato se convirtieran en parte de la empresa accionariamente”, narró Durán castellar.

Los dirigentes sindicales consultados señalaron que el mejor beneficio fue la estabilidad laboral que los ayudó a tener mejor calidad de vida y tranquilidad, sus luchas cambiaron, ahora eran las bajas producciones, los precios del aceite, el clima y las enfermedades.

Siendo parte y dueños de la compañía, todos los cambios son definidos por concertación, prima el buen ambiente laboral y todos reman para el mismo lado, apoyados en buenas prácticas agrícolas. Los escépticos se quedaron un tiempo como trabajadores y no como socios, pero con el tiempo fueron saliendo de la compañía.

El orgullo y rentabilidad de ser socio trabajador

“El aporte de los trabajadores se convirtió en acciones y en la medida en que la empresa salía de los créditos bancarios, alrededor de cinco años, ya se comenzaron a ver frutos de la sociedad, la empresa fue generando utilidades y los trabajadores y socios palmicultores empezaron a ver sus dividendos”, precisó Darwin Pallares Chamorro.

“Yo me percibo como empresario, propietario y trabajador, con mucho orgullo y con ego del bueno, es una condición que me obliga a aportar y más como dirigente sindical, ya que somos la única organización que ha logrado algo que todos los sindicatos quieren en su lucha, y nosotros lo logramos. Nunca hablamos de paro y de mitin, pero sí presentamos nuestra Convención que logra beneficios reales para nuestros afiliados sin necesidad de confrontaciones, porque ya conseguimos los acuerdos y consensos que nos dan estabilidad laboral con diálogo y armonía”, dijo  Ramón Durán Castellar.

Así mismo, José Gregorio Vásquez Plaza, argumentó que “el gran cambio fue ser accionista y la gran diferencia. Nos dio muchas ventajas, una organización sindical reconocida nacionalmente, estar en la Junta Directiva, tranquilidad porque todo es abierto y participar en la toma de decisiones, pienso que somos los únicos trabajadores del país que tenemos acceso a todo el tema financiero y cómo se mueve la compañía en la cual trabajamos”.

El caso de éxito de los pensionados

Hubo personas que no creyeron en la sociedad y al pensionarse solo tuvieron su pensión y las cesantías, caso completamente diferente al ser socios trabajadores, porque aparte de la pensión, reciben bonificación por pensión, alrededor de $10 millones, independiente a todo lo que tiene que ver con el tema societario y las prestaciones, y una carta de agradecimiento por el tiempo trabajado, indicaron las fuentes consultadas.

En este sentido, Luis Carlos Rodríguez de León, trabajador de la empresa por espacio de 38 años, hoy pensionado, contó que se sentía dueño de la empresa, siempre mientras laboró en ella, la defendía y ahora como pensionado, se siente muy agradecido porque la compañía le dio todo  lo que le correspondía.

Tiene tres hijos que trabajan en Gremca “y para mí ellos son el futuro y me siento contento de verlos felices trabajando. Yo no quería pensionarme, tuve un accidente que presionó la pensión, pero agradezco mucho ser pensionado y la buena relación que tengo con la empresa”.

Manifestó que le entregaron sus acciones de capital, que está   laborando con los recursos que le dieron y se siente muy satisfecho.

Juan Manuel Vásquez Plaza trabajó en la empresa 43 años y comentó: “gracias a mi Dios todavía tengo vínculo con Gremca y en realidad la siento como mi familia, esta sociedad es lo mejor que le ha sucedido a la región. Todos nos respetamos y nos tratamos por igual, ha sido excelente esta relación para trabajadores y directivos. Mi familia me apoyó mucho y han sido beneficiados gracias a este modelo, unos hijos estudiaron y la empresa me recibió a cuatro de ellos que trabajan en Gremca y siguen creciendo con ella, alimentando ya a sus hijos”.

Y es así como esta historia de socios trabajadores sindicalizados, no solo representa un llamado al Gobierno con el fin de salvaguardar empleos y el buen derrotero de una empresa, que trabaja bajo estándares  sostenibles, también se busca preservar un modelo societario exitoso y continuar trabajando en la construcción de valores tales como la capacidad de concertación, llegar a acuerdos, sentirse respetado y escuchado, toda vez que son conscientes de que por ser dueños de una parte de la empresa deben aportar trabajo eficiente y de calidad, vital para el desarrollo de un negocio que es de todos en Cesar.  

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